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Día 17: visita.

Durante la noche me volví a despertar pero no tardé tanto en volver a dormir. Como me lo esperaba, la lluvia de ayer refrescó la ciudad y amanecimos con algo de frio. No tenía muchas ganas de salir de la cama pero me obligué a pararme a hacer ejercicio. Creo que amanecí con más energía que ayer.

Mientras me cambiaba, justo a fuera de mi ventana había un visitante.

Al parecer era consciente del vidrio que nos separaba. No importaba lo mucho que me acercara, parecía no inmutarse. Para tomar la foto tuve que salir, pero preferí utilizar la lente larga y no molestarla. Estuvo ahí unos minutos y después se movió, probablemente buscando un mejor lugar donde le pegara el sol.


Hoy volví a hacer una de esas rutinas de cardio sin brincos que hay en youtube y fue bastante buena. No solo me puso a sudar, también me quitó un poco el estrés. Luego seguí con mi rutina de desayunar, bañarme y ponerme a hacer algo de trabajo. No voy a decir que una vez que me siento en mi escritorio ya es solo trabajo. La verdad es que me distraigo muy fácil. Algún video en Facebook o un hilo en Twitter y ya perdí la concentración. Pero aún así pude avanzar en algo que traía pendiente en esta semana y que la verdad no me había sentado a pensarlo bien. El día se me hizo más corto gracias a ello.


Ya en la tarde ví un ratito del reporte diario que da la Secretaría de Salud con este epidemiólogo que ya es el crush de todo México: Hugo López Gatell. El mensaje sigue siendo el mismo, y creo que si es importante que todas las noches lo repita: hay que seguir con el distanciamiento social. Los casos confirmados siguen creciendo así como las muertes por COVID19. Pero siendo viernes, me acordé de un cartón de Quino en el que un abuelo después de ver el mal estado del mundo dice "he decidido emborracharme en defensa propia".


El gusto no me duro tanto porque empezó a caer una tormenta con granizo. Al acercarme a la terraza con la intención de ver si se había acumulado granizo me llevé un susto. El desagüe no era suficiente para la cantidad de lluvia que estaba cayendo y el nivel del agua subía rápidamente. Estaba apunto de ir por una cubeta y empezar a arrojar agua por el balcón. Pero la lluvia cedió y el nivel del agua dejó de aumentar.


La llegada de las lluvias siempre se han recibido con un sentimiento de alivio. Al final de la temporada seca suelen ser comunes los incendios forestales. La lluvia es lo que les suele dar punto final. Recuerdo en Oaxaca una primavera en la que se dieron varios incendios en los bosques que rodean los valles centrales. Por semanas el cielo se veía gris. La luz del Sol era amarillenta y el calor sofocante. En esos días no había cosa que deseara más que la llegada de las lluvias. Cuando estas llegaron no tardaron ni una semana en limpiar el cielo. En la Ciudad de México también son las lluvias las que llegan al rescate para frenar los días de contingencia ambiental, es decir, cuando el aire es tóxico. En el reporte del Dr. López Gatell alguien le preguntó si las lluvias tendrían un efecto en la propagación del coronavirus. La respuesta fue que no, esta vez las lluvias no nos sacarían del problema.

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