Aunque la rutina puede ser cansada y desgastante, de alguna manera, también nos libra de incertidumbre. Con la rutina uno sabe que hay que levantarse, desayunar, bañarse, alistarse y salir con la expectativa de estar en el trabajo a cierta hora. Aún cuando tengo el privilegio de no tener que checar entrada en mi trabajo, casi siempre procuraba mantener una misma rutina. Cuando sabes que no tienes, o mejor dicho, no debes salir de casa, esa rutina se ve trastocada. Tenía la intensión de levantarme tan temprano como lo venía estado haciendo, pero en realidad me permití dormir un rato más. Después el sentimiento de culpa me hizo salir de la cama. Ya que al estar confinado mi actividad física se vería drásticamente reducida, decidí hacer una rutina de ejercicio un poco más larga de lo que solía hacer. Medía hora en la remadora, varias series con las mancuernas y abdominales. Creo que el ejercicio estuvo por encima de lo que había estado haciendo porque en este momento me duelen los brazos. Me preparé mi desayuno, me lo comí, lavé mis trastes y me metí a la regadera.
Aún cuando me había levantado un poco más tarde y me tomé un poco más de tiempo para hacer ejercicio, estaba listo para trabajar a la misma hora a la que hubiera llegado al Instituto de Física. Así como en mi cubículo, pasaría las siguientes horas frente a la computadora, quejándome de códigos de computadora y de por qué yo tenía que arreglar los errores de alguien más.
Entre los físicos hacíamos la broma de decir que el distanciamiento social en realidad sería como cualquier otro día para nosotros. Pero no, definitivamente no es lo mismo. Las redes sociales se encargan de recordárnoslo.
Si recuperé algo de tiempo no teniendo que ir hasta el Instituto, lo perdí a la hora de la comida. Allá solo voy a la cafetería, paso mi charola donde me sirven mis platos, como y me regreso al cubo. Aquí me tuve que preparar mi comida, comer y luego lavar todo.
Durante la tarde tuve una llamada de trabajo con Daniel y Estela, discutiendo como arreglar un artículo que tenemos que entregar lo antes posible. Tal pareciera que al mandarnos a casa nos mandaron con más trabajo del que haríamos estando en el Instituto.
Al final del día, me hice un sandwich para cenar y me puse a ver la tele. Algo que probablemente también habría hecho cualquier otro día. Mantener una rutina, seguir activo, seguir cumpliendo metas, seguir viendo hacia delante, mantener la mente ocupada ¿qué más podría uno hacer en estos días extraños?
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