Nuestros sentidos y nuestra memoria son malos instrumentos de medición y de análisis estadístico. A lo más tenemos la "sensación" o la "impresión" de que algo no es como recordábamos, pero uno no puede estar seguro a menos que se haga una medición con instrumentos confiables. A menos que sea algo demasiado evidente. En cualquier megalópolis, sobre todo una mal planeada como la Ciudad de México, el tráfico va a ser una constante. O por lo menos eso creíamos. Ya desde hace un par de semanas en las que se empezó a pedir a la población que no salieran de sus casas se empezó a notar el cambio en el tráfico de la ciudad. Ayer con la declaratoria de emergencia sanitaria es posible que el trafico haya bajado aún más. La verdad es que por lo menos en mi calle el tráfico ya lo compone en su mayoría motos repartidoras y transporte público.
Hoy tuve que ir al banco a sacar dinero. La sucursal más cercana es en el centro de Coyoacán. Desde que me vine a vivir aquí no había ido al centro de Coyoacán, a pesar que la tengo a unas cuantas cuadras. Una de las principales razones por las cuales me vine a vivir aquí y ahora no puedo disfrutar de ello. Debo admitir que me pone nervioso salir. La idea de que la convivencia con otras personas pone en riesgo mi salud y la de otros es muy invasiva, como quien se sube a un coche y se la pasa pensando todo el tiempo en la posibilidad de estrellarse. Por otro lado me sorprendió ver la cantidad de gente muy mayor en la calle. Me hace pensar que probablemente no tienen a nadie más y se tienen que valer por si mismos. Son los que están en más riesgo.
Irónicamente, mientras que el ánimo de la gente está decaído, la ciudad está en la que probablemente es su época más bella: el florecimiento de las jacarandas. En años anteriores me era casi obligatorio salir a tomar fotos. Ahora lo podría hacer, y de hecho hay algunas por acá cerca bien cargadas de flores. Pero salir solo por algo así de superfluo me haría un hipócrita ante el reclamo de que si no tienes nada urgente por qué salir, no salgas, por mucho que yo crea que estoy sano y que mantendré la sana distancia. Las flores de las jacarandas volverán en un año y ahí estaré esperándolas con mi cámara.
Después del bloqueo que tenía ayer, hoy tuve algo de claridad y finalmente resolví el problema que tenía con un código. Se siente bien cuando las cosas de nuevo vuelven a funcionar, como cuando uno lleva un rato atorado en el tráfico avanzando casi nada y de repente todo empieza a fluir. La mente se descongestiona.
Sigo tomando timelapses sin todavía saber que haré con ellos, pero tengo hasta el 30 de abril para resolverlo.


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